Por fin he tenido un rato para poder leer el manifiesto comunero, y tal como esperaba, no decepciona. Continuando el relato de los libros que los amigos de las Indias sacaron en verano, esta vez hacen un llamamiento a pasar a la acción enmarcándola en la comunidad igualitaria, haciéndola factible ya que esa acción forma parte de la actividad cotidiana, no requiere activismos que a su vez dependan de buscar más horas al reloj. Se agradece cuando la tónica dominante son manifiestos para unirse a luchas en nombre de conjuntos gigantes vacíos y poco situados. Sugiere enterrar el desánimo que trae el estar parado y el ver a tu entorno sin un futuro, dotando de significado el acto de producir para los nuestros mediante el trabajo propio, con lo mejor que sabemos hacer: jugando, aprendiendo y modificando, conversando desde la parresía, entrelazando trabajo con satisfacción, y perdiendo el miedo a compartir.